Lizzie Margeli Tec Mis, vecina del oriente de Mérida, inició una lavandería con dos equipos hace 10 años y con el trabajo que ha hecho a base de mucho esfuerzo ha dado carrera universitaria a dos de sus tres hijos.

Según relató, surgió como un negocio de familia para ocuparse, ya que sus hijos habían empezado a crecer y ella pasaba mucho tiempo sin hacer nada. Siempre tenía la inquietud de ser productiva, hacer y vender cosas, pero nada más se ocupaba de su familia y de sus hijos, recordó.

En algún momento su pareja le propuso hacer este negocio, empezó con dos lavadoras y ahora tiene cinco, tres de ellas para 20 kilos y dos con capacidad de 11.

A la semana lava unos 300 kilos de ropa y cuando empezó era muy poco, apenas unos 15 kilos al día porque no era conocida, hasta que llegaron a tener en un solo día lo máximo de 120, 130 kilos, lo que es “muy bueno”.

Cuando comenzó la lavandería el kilo de ropa costaba $8 y ahora llegó a $12.

Liz, como la conocen, compartió que el aumento de los precios de los insumos que utiliza en la lavadora sí le ha afectado porque todo ya subió un montón.

Aunque aclaró que lo que “más le pega” es el gas porque sus secadoras trabajan a base de gas butano, que cada mes y cada semana sube de precio.

El valor del suavizante, el jabón y todo lo demás para realizar el trabajo ya aumentó como 30% y “no he podido subirle el costo del kilo de ropa porque el precio del kilo está estandarizado en la zona, estoy a la raya”. “No estoy perdiendo, pero tampoco estoy ganado ahora, estamos al día”.

“No estoy perdiendo, pero tampoco estoy ganado ahora, estamos al día”.

Liz expuso que una de las mayores satisfacciones de su negocio es que por medio de las ganancias, dos de sus hijos hayan tenido estudios universitarios.

Igual comentó que con los años ha tratado de reinventarse porque como emprendedores no tienen alguien que los capacite, tienen que buscar la manera de cómo aprender y actualizar. Con la pandemia, con la situación económica tuve que adaptarme a las necesidades que el mundo está pidiendo ahora, una de estas cosas fue que ya no doy las bolsas, el cliente tiene que traer su bolsa.

Con la pandemia, con la situación económica tuve que adaptarme a las necesidades que el mundo está pidiendo ahora, una de estas cosas fue que ya no doy las bolsas, el cliente tiene que traer su bolsa.

“Invité a los clientes a traer sus propias bolsas reciclables para evitar la contaminación y yo ahorre en la compra de éstas, al final que disminuya el consumo del plástico”, refirió.

“Esta medida fue bien aceptada por mis clientes porque saben la urgencia del tema de ecología”. Una herencia para sus hijos  Mediante cursos que ha tomado tiene en mente que ningún negocio es pequeño. Expuso que se siente orgullosa de lo que ha logrado porque su pareja de la que se separó le dio dos lavadoras y ella hizo una lavandería. La lavandería es mi esencia, he conocido mucha gente, he conocido a familias que se forman, expresó.

La lavandería es mi esencia, he conocido mucha gente, he conocido a familias que se forman, expresó.

Ella añadió que sus conocimientos los ha compartido con otras personas que han abierto sus lavanderías en otros puntos de la ciudad.

Liz comentó que le gustaría que su lavandería sea una franquicia y sus hijos sean los continuadores de este negocio del que ha recibido muchas cosas buenas.

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