Amazon y Greenwashing: la fachada ambiental de los gigantes del mercado

2021-12-27 11:32:18 By : Ms. meng zhao

En tiempos de conciencia ecológica, las grandes corporaciones se han aprovechado de términos como “biodegradable”, “sostenible” y “amigable con el medioambiente” para aumentar sus ventas. Amazon es el ejemplo más reciente de esta práctica que amenaza con frenar la acción climática.

Amazon, el gigante tecnológico, generó 270.000 toneladas de residuos de embalajes de plástico el año pasado, según afirmó la ONG estadounidense Oceana, esta semana. De estas, por lo menos unas 10.700 toneladas habrían terminado en los océanos. 

Las estimaciones de la ONG representan un aumento del 29 por ciento con respecto a 2019, cuando la compañía generó 210.920 toneladas. “La cantidad de residuos plásticos que se calcula que ha generado Amazon daría ahora, en forma de almohadillas de aire enlazadas, más de 600 vueltas a la Tierra”, aseguró Oceana. 

Para determinar la contaminación plástica de la multinacional, la ONG utilizó los datos que Amazon divulga sobre el volumen de envíos y la tipología de productos. Esto, ante la imposibilidad de acceder a las cifras que debería tener la compañía sobre la generación de residuos. “Esas cifras no las hacen públicas”, dijo el líder de la expedición de Oceana Ricardo Aguilar. 

Amazon cuestionó la veracidad del análisis, argumentando que los datos utilizados no eran oficiales, sino los que la ONG había deducido. Oceana, por su parte, explicó que utilizó dicha información ante la negativa de la multinacional de proporcionar las cifras de su cuota de mercado y su huella de plástico.

Major plastic polluters like @Amazon must take steps to reduce plastics. Our new report calls on Amazon to offer a plastic-free packaging option at checkout, consistently report on its plastic footprint, & reduce plastic packaging. https://t.co/RJoxekoUre

Gran parte de la preocupación de Oceana se centró en que, a pesar de que Amazon ha manifestado que el reciclaje puede disminuir la contaminación que está generando, los envases plásticos que usa son fabricados, al parecer, con un material que es difícil de reciclar y que no es aceptado en la mayoría de los programas de recuperación de materiales en Estados Unidos y otros países del mundo. 

Este informe se contrapone con las acciones climáticas que la compañía ha dicho impulsar y con las que ha sacado pecho en distintas ocasiones. Por ejemplo, el año pasado anunció la creación de un fondo para apoyar a otras compañías en el proceso de eliminación de las emisiones de carbono. También ha dado a conocer las iniciativas de sostenibilidad que ha liderado como fue la creación del parque eólico más grande en el área rural de Texas (Estados Unidos) y el apoyo a programas de empoderamiento de mujeres proveedoras en Camboya. 

El obrar de Amazon, sin embargo, no es aislado, pues varias empresas alrededor del mundo han creado una imagen de aparente responsabilidad ecológica que no es consecuente con sus prácticas, pues en realidad van en contra del medioambiente. Se trata del llamado ‘greenwashing’.

El primer registro de la palabra greenwashing data de 1986. En aquel momento, Jay Westerveld se refirió a la campaña “cuida tu toalla” a la que se sumaron varios hoteles. Sin embargo, el desperdicio en el resto de los complejos hoteleros seguía siendo el mismo, por lo que quedó en evidencia que la campaña solo buscaba reducir costos con el pretexto de mostrarse amigables con el medioambiente.

El greenwashing se ha mostrado como una estrategia bastante rentable. Según la consultora McKinsey, las personas nacidas entre 1996 y 2010 “son más propensas a gastar dinero en compañías y marcas que parezcan éticas”. Por su parte, el Nielson’s Global Corporate Sustainability Report encontró que actualmente el 66 por ciento de los consumidores está dispuesto a gastar más en un producto si es considerado ambientalmente sostenible. Entre la generación millenial la cifra se eleva al 73 por ciento.

El ‘lavado verde’ se ha venido incrementado los últimos años, precisamente ante la exigencia de la sociedad de productos y servicios ecoamigables y orgánicos. Y para satisfacer dicha demanda, las compañías promueven acciones de gestión ambiental que contribuyen a que se olvide su impacto ambiental real. 

Aunque los expertos han hablado de la posibilidad de una relación armónica entre el cuidado del medioambiente y el rendimiento financiero, muchas compañías siguen considerando más rentable mantener su producción y funcionamiento tal cual lo han hecho por años, aunque esto implique aumentar su huella de carbono o generar afectaciones a la vida marina, como estaría haciendo Amazon. 

Gran parte del porqué tiene que ver con que hay muchas industrias que siguen siendo rentables, a pesar de su impacto ambiental, como es el caso del plástico. Este año, se publicó precisamente un informe en el se dio a conocer la lista de las empresas que producen gran parte de los plásticos de un solo uso y que han hecho un negocio redondo con esos materiales. 

Una de las principales conclusiones de esa investigación fue que al menos 20 de los bancos más grandes del mundo, entre los que se encuentran Barclays y HSBC, han prestado unos 30.000 millones de dólares para la producción de plásticos de un solo uso desde 2011. 

La publicación también determinó que a pesar de que estas empresas han manifestado de cierta manera su preocupación por la contaminación, no han tomado medidas contundentes para hacerle frente. 

Más atrás, en 2019, se publicó una investigación que hizo una lista de por lo menos 20 empresas –de la industria de combustibles fósiles​​– que estaban impulsando de manera alarmante la emergencia climática con grandes emisiones de gases de efecto invernadero. De acuerdo con dicho documento, a pesar de ser altamente contaminantes, estas continuaban (y continúan) expandiendo sus negocios por el mundo. 

Una de las empresas que allí aparecieron fue la petrolera estadounidense Chevron, la cual ha hecho eco con la fabricación de productos amigables con el planeta. Ese fue el caso de sus lubricantes “ambientalmente responsables”. 

Uno de los ejemplos clásicos de greenwashing fue el protagonizado por Wolkswagen, cuando la empresa automotriz alemana se hizo pasar por ecoamigable cuando redujo el rendimiento de sus vehículos durante las pruebas de emisiones de carbono. En realidad, sus vehículos emitían 40 veces el límite de poluciones de óxido de nitrógeno necesarias para catalogarse como sostenible. 

Nestlé, Coca-Cola y PepsiCo han sido las empresas que más han contaminado con plástico mundialmente en los últimos tres años (2018, 2019 y 2020). Eso no les impide subirse al barco del greenwashing. Nestlé, por ejemplo, asegura que su empaquetado será ciento por ciento reciclable para 2025. Pero las organizaciones medioambientales señalan, como sucede con miles de estas iniciativas, que la meta propuesta por Nestlé está fuera de cualquier proyecto para promover el reciclaje en el mundo. Señalan que los plásticos catalogados como biodegradables o compostables no responden de igual manera a los procesos de reciclaje comunes, y que incluso los países más pobres y remotos no cuentan con la tecnología para reciclarlos.

También han participado de esta práctica, sin descaro, gigantes del sector petrolero como BP. La empresa, acusada históricamente de causar un impacto irreversible en ecosistemas marinos y áreas protegidas, cambió su nombre por Beyond Petroleum y puso paneles solares en sus estaciones de gas como una evidente estrategia de lavado de imagen.

Algunos reguladores se han puesto en marcha para controlar la práctica del greenwashing. En California, etiquetados como “compostable” y “biodegradable” están prohibidos debido a la falta de información ofrecida al cliente sobre el tiempo en el que el producto se degradará en los vertederos.

En 2019, la autoridad reguladora de consumo en Noruega sancionó a la empresa textil H&M por su publicidad engañosa sobre colecciones de ropa sostenibles. H&M no es la primera empresa del sector acusada de utilizar terminología relacionada con valores ecológicos para captar público.

La ONG hongkonesa Earth.Org ofrece algunas recomendaciones para no caer en las fachadas de greenwashing. 

Primero, recomienda estar alerta ante mensajes que incluyan expresiones como ‘amigable con el medioambiente’ o ‘producto sostenible’. También recomienda desconfiar si una empresa con una reputación cuestionable (ya sea por el sector en el que se desenvuelve, como el extractivo y la industria cosmética o de los alimentos azucarados, por ejemplo) se presenta como verde y responsable.

En esta línea de ideas, seguramente es engañoso hacer ver como verdes productos con mala reputación, como los cigarrillos y aquellos que dependan de materias primas como el crudo. Tampoco es buena señal que una empresa utilice como marketing información especializada que la gente común no puede comprender.

Por último, Earth.Org sugiere estar alerta si una empresa no da pruebas de su aparente compromiso medioambiental, y si en caso de reclamos “no es transparente, abierta, ni admite que ha cometido errores”.

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